Es
difícil, definir y resumir en un folio, las sensaciones que uno siente, del
poder presenciar “un Valenciaga”, esa sensación placentera, tranquila y alegre
que produce esta “joya” que cumple este año su
43ª edición.
Cuando
en el año 94 presencie mi primer Valenciaga, sentí algo muy parecido, al de
poder escuchar a la Orquesta Filarmónica de Viena
es su concierto
del 1 de enero,
en la fantástica Sala Dorada de la Musikverein
de Viena,
esa misma sensación la mantengo después de 20 años trascurridos.
En
el Valenciaga, se está en el detalle; se está en la perfección, y eso se nota. Una dirección y organización minuciosa y
extraordinaria, (por cierto que el pasado año paso a dirigir estar magnifica
Filarmónica el joven Enekoitz Lazarobaster cogiendo la batuta de otros “genios”
como José Antonio Larrea y José Aranberri), nada queda al azar ante un
protocolo muy exigente, un marco ideal e incomparable por el que transcurre la
prueba, los mejores “profesores” del estado en la línea de salida, y un recital
espectacular de 164 Kms y mas de 4 horas de duración.
A primeras horas del alba, los “profesores”
ponen a punto sus instrumentos en ese “batiburrillo-multicolor” en los aledaños
de la Plaza de
Untzaga, en los palcos vemos a ilustres
“maestr@s” como: Pradera, Horrillo, Astarloa, Echávarri, Etxekopar,
Matxin, Atxa, Mujica, Jaimerena, Saiz, Urraburu, Gaston, Unzue, Arritxu, etc,
etc.
Cada
cual ocupa su lugar en el escenario y entre bastidores: el Director, los
profesores, los bailarines, los técnicos, los auxiliares, los medios de
comunicación y el público entendido y sabio,
Con el sonido de las trompetas, los timbales, los tambores y platillos…..se
da la salida, para así dar comienzo a las imágenes de lo que es la perfección:
el ballet en movimiento, el elegante baile de ritmo lento o la danza de rápidos
balanceos, el recital sublime de los “suaves valses y minués” camino de los
altos de Itziar y Meagas en la que ya algunos “profesores” intentan su
protagonismo, se percibe el sosiego, se escucha, se nota el placer de una gran
obra.
Subiendo
el mítico alto de Elgueta empezamos a
escuchar el sonido del solista de la cítara, del
celebre “Cuentos de los bosques de Viena”
de Johann Strauss, a la vez que vemos el ballet elegante y acompasado
como ganar ese monumento al ciclismo, que es el arco de la cima de Elgueta.
Nos adelantamos en el descenso hacia Elorrio y
suena la 1ª marcha “Agyptischer Marsch”,de Joseph Strauss Jr, la cual nos anuncia
quienes ya perdieron el Valenciaga y los que estarán al final del Concierto en
Eibar entre los solistas mejores.
Paso
por el Alto de Areitio, toda la
Orquesta se
presta
a lo que va a ser el comienzo real de esta mañana mágica, el autentico recital
de los valses y polkas…..en fila de a uno,
camino de Eibar.
Eibar
esta colapsada, es una fiesta y comienzan las rampas del “techo de la prueba”, el alto de Ixua y con el
los acordes de una de las grandes “El Danubio azul” de Johann Strauss Jr, los mejores solistas, solo
los virtuosos, los escogidos van interpretando un espectáculo realmente sutil y
maravilloso, para deleite del multitudinario publico que lo presencia en toda
su extensión.
En
el largo y difícil descenso hacia Etxeberria, escuchar y ver de nuevo la danza
de los rápidos y acompasados balanceos así como el sonido del triangulo, el
violín y el arpa, mezclados con el leve zumbido
de las monturas y el agudo chirriar de sus frenos.
Por
último, queda la ultima dificultad: el verde y frondoso alto de San Miguel, se
aproxima el gran final, aquí escucharemos la inefable y mundialmente conocida
polka que creo Joseph Strauss antes de morir “ Ohne Sorgen” (sin angustias) conocida
en el ciclismo como su música de ambiente y el himno “oficial del Ciclismo”,
fantástica en su contenido, fantástica en su interpretación.
De
la cima a meta, un suspiro, unos pocos minutos descenso rapidísimo, con la
respiración contenida llegamos a Elgoibar,....faltan tan solo 8 kms y queda la
apoteosis, la locura, la gloria…por fin escuchamos ¡¡¡la mas esperada, la mas
deseada….la “Marcha de Radetzky” !!!. La que interpretan solo los grandes virtuosos,
los divos, los elegidos, los campeones, la que acompañan con las palmas una
multitud apiñada, generosa y entregada, hasta la Escuela de Armeria donde esta situada la Meta.
Con
el saludo de los virtuosos, con la entrega de las flores y con la ovación
mantenida del público en pie, y sus solicitados bis, finaliza un Concierto
majestuoso de una forma soberbia y mágica.
Es
claro y evidente la relación que tiene la música de los grandes, con el Memorial
Valenciaga.
Paco
Ruiz
Speaker
y Comentarista Deportivo
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